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José Luis Lorente Oliete

viernes, 16 de septiembre de 2011

Bebé la Metáfora

Con este título, comenzamos muchas de nuestras nuestras charlas acerca de los motivos de las cabilaciones y dialécticas que hay en las cabezas de la mayoría de las personas.

Otras veces, el título de la charla es: "Ser Humano - Manual de Uso". Este manual de uso, es el libro de instrucciones que toda persona tenía que haber traído al nacer, para no acabar como la mayoría de los mortales: con un enorme lío en la cabeza que no somos capaces de desentrañar.
Desconozco como te encuentras en la actualidad, pero si has recibido una educación "normal", tendrás muchas preguntas sin contestar. También es posible, que las cosas no hayan salido como esperabas, o que, aún marchando aceptablemente bien, no estés del todo contento.
Pero esta dialéctica interior acerca de cómo te encuentras, es bastante normal, no eres ninguna rareza. Casi todas las personas hemos transitado por el mismo camino. Y esta es la razón de este blog, compartir con quien quiera acercarse periódicamente a leer nuestras notas, de qué manera hemos conseguido desentrañar la madeja.

Desde que el embrión es fecundado y empieza nuestra vida como seres humanos, estamos expuestos a todo tipo de influencias externas, y muy a nuestro pesar, marcarán nuestra personalidad de por vida.

Cuando vemos una imagen informe de un feto -ecografía-, ya está recibiendo estímulos externos, tales como: el amor incondicional de los padres, o el enfado de la madre por estar preñada, o la música que escuchan los adultos que están a nuestro alrededor, o las quejas si lloro mucho por la noche…
Y durante nueve meses, sin ninguna posibilidad de defensa, el ambiente influirá e invadirá la estructura de mi incipiente personalidad. Si estas contribuciones son positivas, ¡eureka! Y si son negativas, ¡socorro! Me queda la posibilidad de arreglar el desaguisado cuando sea adulto, y si es que tiene remedio.
Durante mis primeros meses de vida mi cerebro está en periodo de formación, y sobre todo al principio, andamos escasos de neuronas. Entonces, ¿cómo es posible que la información del exterior me afecte? ¿Porqué los sentimientos que tiene mi madre hacia mi, me influyen?
Parece ser que hay algo más que cerebro, y ese algo más es el receptor de toda la información.
Para validar cómo puede afectar un suceso, aparentemente sin importancia, visto desde los ojos de un adulto, aporto la siguiente experiencia personal.
Hace años, impartiendo un seminario de Master en PNL –Programación Neurolingüística, asistieron, entre otros, dos alumnas, que eran gemelas. La una alegre y dicharachera y la otra muy triste y melancólica, y por cierto, ambas psicólogas. En una cena, las gemelas, comentaron que habían recibido una educación análoga y que no entendían el motivo de caracteres tan distintos.
Los seminarios de PNL son eminentemente prácticos, y decidimos, que la mañana siguiente, exploraríamos las causas de las diferencias de carácter.
El trabajo de indagación se realizó, sorpresivamente, en poco tiempo y con éxito, y éste fue el resultado: las niñas nacieron en su casa, ayudadas por una comadrona. La gemela triste y melancólica nació la primera, pero la madre desconocía que estaba embarazada de dos niñas. Cuando nació la primera niña y la comadrona se percató de que había una segunda criatura queriendo salir, abandonó a la primera encima de una cama para atender el segundo parto. Y este segundo nacimiento fue largo y costoso, pues el bebé traía enrollado el cordón umbilical. Extraída y aseada la segunda niña, y transcurrida más de una hora, se atendió a la primera de las hermanas.
La hermana mayor, relató con toda suerte de detalles la sensación de abandono que vivió durante esa larga hora, y la tristeza que le invadió, hasta el momento presente.
Por suerte, los traumas sufridos a tan corta edad, tienen solución. Si el terapeuta o facilitador logra llevar al sujeto, en edad adulta, a vivir la experiencia inicial que desencadenó el shock, el desenlace tendrá éxito. 

1 comentario:

  1. Tengo entendido que nuestra memoria no conserva nada absolutamente de nuestros primeros años de vida. ¿Cómo es posible que estas dos gemelas estén tan seguras de que aquella puntual y breve situación sea la causa de la tristeza de una de ellas? Yo, desde mi ignorancia en psicología, me inclino por pensar en que esta tristeza es el resultado de un proceso o dinámica.

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